Violencia virtual.
Racismo en las redes
Domingo, 23 de septiembre de 2012 | 3:01 pm
Hace unos días un grupo de muchachos que tuvo un
accidente de tráfico intentó repeler a un camarógrafo a punta de
insultos. Inmediatamente empezaron a aparecer contra ellos frases
igualmente discriminatorias en Facebook y Twitter. Aquí una muestra de
la violencia con la que algunos responden a la falta de tolerancia.
Pocas horas después de que la televisión pusiera en las retinas de los peruanos la rabia insolente de un grupo de muchachos “bien” en un accidente de tránsito, apareció en el ciberespacio un
nutrido ejército de francotiradores que pugnaban por traerse abajo la
cabeza del más majadero de la gavilla. El jovencito en cuestión le había
espetado sin ambages al camarógrafo que lo estaba grabando: “¡Me llega al pincho tu vida, cholo de mierda!”. La tarde del 9 de setiembre se habían creado ya las primeras páginas de Facebook con
nombres alusivos a la susodicha frase, llevándola hasta el colmo del
sarcasmo. Como el muchacho había maldecido tanto la vida como el
trabajo, la casa e, incluso, la cámara del periodista fisgón, en medio
de su pavor por saberse observado, las posibilidades para bautizar a los
nacientes espacios de indignación virtuales fueron variadísimas. Junto
con las protestas que condenaban la agresión con palabras alturadas, aparecían otras que destilaban el mismo zumo racista del que se estaba haciendo sorna.En una página de Facebook que hoy cuenta con más de 7.500 seguidores, alguien escribió: “Estos bravucones blanquiñosos limeñitos de la calle que necesitan mostrarse viriles tienen una triste carencia en el alma, sus amigos confundidos y atormentados pueden estar muy orgullosos y celebrar estas situaciones en las que esta clase social tan refinada y humanista que es la clase ‘superior’ castiga y agrede con un vocabulario tan lírico, elegante y poético a un pequeño grupo de ‘cholos de m...’”. Racismo de vuelta, le dicen. En otra parte de la red la descalificación racial dio paso a un peligroso guiño con la violencia: “El día que un camarógrafo le incruste la cámara al chibolo apenas lo cholea, y la Policía no diga nada, ese día este país sabrá de inclusión social”, por ejemplo. Un desubicado total.
Pero este tipo de reacciones no solo apuntaban a los muchachos de San Isidro, sino también a aquellos cibernautas que no se mostraron críticos con ellos. Padecieron especialmente los que crearon páginas en tono burlón o chacotero. Un usuario de nombre Ricardo, por ejemplo, comentó iracundo frente a uno de estos espacios frívolos: “Me daría asco darle like a tu página, no sabes lo que es el Perú, tonto. Qué te digo. Gringo imbécil. Somos peruanos y no debemos discriminarnos”. Ricardo usó un calificativo racial para cuestionar una posición vapuleada justamente por su racismo.
Frente a él, en la misma página, salió un individuo de nombre “Arthur III”. Un perfil de Facebook, a todas luces, falso. Se puso filosófico. Escribió: “¿Cholo? En Perú todos son cholos e indios. Lo digo con respeto, yo he estado en Perú. Hay gente blanca, o más oscura, pero siguen siendo indios. El blanco verdadero está en Europa. Si uno pone a un blanco agringado al lado de un europeo, la diferencia es enorme. Culturícense”. Pero fue la prepotente intervención de Michell la que selló este debate de sordos. “Me llega que le den tanta importancia como para crearle una página a este imbécil gringo desabrido; quién lo va a mirar. Cholea como bueno, y al final va a terminar casado con una. Chibolo imbécil”.
De la mano con estas posturas irreductibles encontramos una aparentemente más conciliadora pero que, en el fondo, justifica tácitamente el proceder discriminatorio de los cibernautas. Luis Miguel decía: “Todos hablamos huevadas cuando estamos en muchas chelas!!!!”. Fueron minoritarias las ideas equilibradas, como la de Camila, que hace una reflexión sobre el aprovechamiento mediático del caso en su perfil de Facebook. “No entiendo a dónde quieren llegar con esto. Todos saben que la manera en que los chicos reaccionaron no fue la mejor, pero ya déjenla ahí. Están perjudicando a muchisísima gente! Los periodistas lo único que tratan de hacer es subir el rating, están malogrando la reputación de gente que no tiene nada que ver. No traten de averiguar quiénes han sido, y menos pierdan el tiempo insultándose”.
De acuerdo con la periodista y especialista en medios digitales Jacqueline Fowks, el racismo que circula en las redes sociales virtuales (incluyendo el que responde a otros gestos racistas) no es más que una versión amplificada de la discriminación en la vida offline (o fuera de Internet). Llama la atención que los peruanos se descalifiquen entre sí por su color de piel en el Facebook y en el Twitter porque en estos espacios las palabras adoptan un inusitado carácter masivo. En las redes sociales hay un número exorbitantemente mayor de observadores potenciales que en la calle. Además, explica Fowks, la discriminación opera libremente en la red por la naturaleza impersonal de la herramienta: cualquiera puede crearse en Facebook un perfil falso con un nombre inexistente y un avatar como foto, y despotricar contra todas las pieles del mundo.
En el caso de los chicos de San Isidro no es la primera vez que los hilos virtuales peruanos experimentan un frondoso intercambio de epítetos racistas. Luego de la primera vuelta de las elecciones presidenciales del año pasado, muchos internautas, atemorizados por la eventualidad de que Ollanta Humala llegara a Palacio de Gobierno, abrieron fuego contra él desde sus cuentas de Facebook y Twitter. Especularon sobre la posibilidad de que las empresas sean confiscadas; los periodistas, amordazados; y los disidentes, perseguidos. Lo hicieron recurriendo a argumentos raciales que solo atizaron el fuego de la contienda (ver recuadro).
La pregunta es si la avalancha de críticas que se merecen las personas con gestos racistas en la red contribuirá de algún modo a fomentar la reflexión y frenar cualquier impulsos discriminatorios. “Decir ‘cholo de m...’ ahora está satanizado, dices eso y te hacen ciberbullying. Qué pena, en serio”, dice un cibernauta de nombre Carlo. Sí, es crudo, pero es real. El Perú es una suma de razas pegadas con goma. Las diferencias étnicas y culturales que distancian a sus habitantes desde tiempo inmemoriales se cuelan con todo dramatismo en las redes sociales. Lo cuestionable de esto es que el racismo se combata con más racismo. La violencia como respuesta es doblemente tonta. (GH)
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